(Israel,1957)
Artista que trabaja principalmente el video, la fotografía, la escultura y la instalación. Su obra se define a través del lenguaje de la abstracción y aborda temas como el espacio, el tiempo y la condición humana, se desplaza entre lo poético y lo político para explorar cuestiones de naturaleza, identidad, dislocación y fragilidad de la existencia humana. Rovner reinterpreta la memoria histórica y los temas contemporáneos a través de su práctica multimedia. Al registrar y borrar información visual, donde se oscurecen los detalles del tiempo y el lugar, sus obras se convierten en reflexiones gestuales, estratificadas y abstractas sobre el continuo de la experiencia humana. Las obras de Rovner han sido motivo de más de setenta exposiciones individuales en algunas de las instituciones más importantes del mundo, como la Tate Gallery, Londres (1997); el Stedelijk Museum, Ámsterdam (1999); el pabellón de Israel en la 50º edición de la Bienal de Venecia (2007); y el Musée du Louvre, París (2011). Su obra forma parte de las colecciones del British Museum, Londres; el Metropolitan Museum of Art (MoMA), Nueva York; el Museo Solomon R. Guggenheim, Nueva York; el Tel-Aviv Museum, Tel-Aviv; y el Israel Museum, Jerusalén. A lo largo de su carrera, Rovner ha recibido varios premios, entre ellos el America-Israel Cultural Foundation, AICF (2007), el título del Orden de las Artes y las Letras otorgado por el Ministerio de Cultura de Francia (2010), y el premio EMT en la categoría de Cultura y Arte (2018). Ha recibido además títulos honoríficos de la Hebrew University en Jerusalén (2008), Ben-Guiron University en Beersheba (2015); y la universidad de Tel-Aviv (2016).
Presenta en Medialab Madrid Culture Plate 5 y 7 (2003), el título es un juego de palabras, pues la palabra inglesa culture se traduce por cultura, pero también por cultivo. En el interior de dos placas de Petri- cajitas de cristal utilizadas en el laboratorio para hacer crecer bacterias u hongos- o proyectadas sobre el suelo se ven pequeñas partículas en movimiento. Un examen más de cerca revela que se trata de siluetas de minúsculas figuras humanas formando hileras y avanzando.
El espectador se ve a sí mismo como un gigante contemplando a estos minúsculos personajes sin identidad que parecen moverse como autómatas. Pero también puede sentirse como uno de ellos, observado y atrapado en una inercia colectiva que anula toda reflexión e individualidad.