Nidia Olmos, viuda de Víctor Grippo, es la responsable del legado del artista. Reconocido por sus aportaciones al arte conceptual, la obra de Grippo, en apariencia hermética, expone una poética cargada de utopía y humanismo. La idea de transformación fundamenta su práctica artística, una regeneración inherente a la naturaleza y su poder alquímico que impregnan sus primeras esculturas e instalaciones. Desde la mitad de los años sesenta, en sintonía con el proceso de desmaterialización de la vanguardia artística, Grippo trabajó con materiales perecederos que formaban parte de instalaciones efímeras.
Tiempo (1991) formó parte de las exposiciones del proyecto banquete_ metabolismo y comunicación de Medialab Mad. Utiliza las patatas para representar el proceso metabólico de la transferencia de energía de un estado analógico a un estado energético o bien, como en este caso, a un estado digital. Cuando llega la muerte, la vida orgánica se transforma en una idea, se convierte en algo inmaterial y, por ello, liberado de las ataduras temporales.